Hogares encalados, chimeneas puntiagudas, gatos callejeros al sol … Las Alpujarras es un lugar de belleza y serenidad. Es extremadamente pintoresco, del mismo modo que algunas de las ciudades más famosas (y turísticas) del mundo. Pero este lugar no es muy visitado en comparación con lugares como Santorini o Capri, por lo que es el lugar perfecto para un verdadero descanso y el auténtico encanto español.
Ábrete camino hacia estas colinas mágicas, donde eres libre de explorar los pequeños pueblos, disfrutar de la naturaleza y comer los abundantes alimentos de los lugareños. No puedo recomendar visitar Las Alpujarras lo suficiente, espero que estas fotos le hagan justicia.
Hicimos una excursión por las ciudades de Ferreirola, Atalbeitar y Portugos durante su estancia en la encantadora Casa Ana. A lo largo de la caminata nos impresionó la belleza que nos rodeaba constantemente. El bosque era verde y colorido, a pesar de ser tan tarde en la temporada, y cada pequeño pueblo tenía su propio encanto.
Caminando por las calles de Portugos, sentí que estábamos escondidos del mundo. Vimos las puertas delanteras de las personas abiertas de par en par y echamos un vistazo a la vida familiar. Nos sorprendió el olor de deliciosos guisos a fuego lento, y en un momento tuvimos una carrera con un grupo de niños que corrían a casa desde la escuela. Se sentía como un lugar que había escapado del resto del mundo, y no parecía tan malo.
Las Alpujarras es el hogar de algunos de los gatitos más lindos que he visto. Estuvimos cerca de adoptar muchas veces, ¡pero honestamente parecían muy felices de quitarles la libertad!
Viajamos en automóvil al pueblo más turístico de Pampaneira, un lugar que aún recordaba de hace muchos años. El prístino centro de la ciudad y las coloridas tiendas de souvenirs bien merecen su tiempo, y tuvimos un fantástico almuerzo en Casa Julio.
Mientras caminaba por las muchas colinas de cada pueblo, no me cansé tanto como se esperaba. ¡Una mezcla de aire fresco de montaña y la emocionante sensación de estar realmente al aire libre hace maravillas para la resistencia!
Estoy bastante seguro de que cruzamos a la propiedad privada unas cuantas veces durante la caminata. Pero valió la pena por recuerdos como este, los caballos rozaron, casi sin inmutarse cuando nos acercábamos más y más.
Por todas partes que miramos, había algo decorativo. Ya se tratara de brillantes pimientos rojos de una ventana a otra, o de una planta simple como esta, la gente de Las Alpujarras se enorgullece de su propiedad.
Los recuerdos de este lugar durarán mucho tiempo, ¡y espero que no deje pasar otros diez años antes de regresar! Las Alpujarras sigue siendo un destino español en gran parte inexplorado, y el final del otoño es un momento hermoso (y aún menos concurrido) para visitar. ¡Llegue pronto!
